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¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando volamos? Todo lo que deberías saber antes de volar

Cuando imaginamos un vuelo de largo radio resulta inevitable pensar en el jet lag, y es que la diferencia horaria a la que vamos a someter a nuestro cuerpo es uno de los efectos que más preocupa al viajero a la hora de volar.


Llegaremos a ello, pero antes de aterrizar, existen otros factores a los que nuestro cuerpo puede verse sometido durante el vuelo, desde la falta de oxígeno, la radiación cósmica (y esto no es cosa de magia aunque pueda parecerlo) o hasta la pérdida del gusto.




Que levante la mano quien no haya vuelto resfriado de un vuelo largo. Algo que siempre achacamos a las bajas temperaturas que suele haber en cabina nada tiene que ver con el frío el calor.


No nos constipamos porque la sobrecargo de un vuelo haya decidido poner la cabina como si viviéramos en Siberia, sino porque en un entorno de baja humedad como el del avión, los virus se propagan mucho más fácilmente y nosotros, humanos y vulnerables, nos volvemos más susceptibles a los resfriados y las infecciones respiratorias.


De ahí la importancia de que en las cabinas de los aviones el aire se actualice de forma continuada y se filtre con regularidad. Aviones de última generación como el Airbus A350 cuentan ya con las últimas técnicas de depuración de aire que, por supuesto y sin alarmismos, es seguro para respirar.


Y es que el aire que se respira dentro de los aviones es un factor clave para nuestros sentidos, hasta para el gusto. ¿Te has preguntado alguna vez por qué la comida sabe diferente (digo diferente, no mala, que eso es otra historia) dentro de un avión? Pues es por el aire, y por el aire seco.




Así lo asegura un estudio del a Universidad de Cornell, que confirma que el ambiente ruidoso, seco y hasta claustrofóbico que se experimenta dentro de la cabina realmente puede cambiar el sabor de la comida que se sirve.


Existen datos que hablan de que a un tercio de los pasajeros de un avión se les adormecen las papilas gustativas, mientras que la sequedad y la presión en la cabina también afecta nuestros oídos.


Las presiones por los cambios de altitud afectan fundamentalmente a los oídos. En gente sana no debería suponer un problema, aunque es aconsejable que en los despegues y aterrizajes se mastique chicle porque puede ayudar a realizar las descompresiones tubáricas (de las trompas) durante la subida y la bajada.


En el caso de los bebés es un poco más complicado porque son más inmaduros y sus trompas de Eustaquio sufren un poquito más. Por eso suelen llorar en despegues y aterrizajes. Una solución suele ser mamar durante subidas y bajadas, porque la succión (un biberón, o la simple masticación) les ayuda a abrir las trompas y moderar esos aumentos de presión.




Palabrejas como presurización (bombeo de aire comprimido en la cabina que garantiza nuestra seguridad y comodidad a bordo) están hoy a la orden del día si hablamos de bienestar en un avión.


Las cabinas de los aviones están presurizadas al 75 por ciento de la presión atmosférica normal, lo que evita, no en todos los casos, que los niveles más bajos de oxígeno en la sangre puedan provocar hipoxia, lo que genera una sensación de mareo, fatiga y hasta dolores de cabeza que sobre todo se da al aterrizar, junto con el temido jet lag.


El jet lag nos afecta fundamentalmente porque se altera nuestro ritmo circadiano normal (así se llaman los ciclos hormonales vigilia-sueño y los cambios que se producen con ellos), por ello, hasta que hay una adaptación el cuerpo está como desmadejado, aunque no es solo por la privación de sueño, que también, sino porque recién levantados es cuando solemos tener un pico alto de la hormona que nos pone alerta, el cortisol.




Si el pico de esa hormona sucede en otro país donde resulta que son las 4 de la mañana, nuestro cuerpo está alerta y será imposible que pueda dormir.


Y si después de todo esto te estás preguntando cómo se las arregla un piloto o un TCP para vencer la sequedad del aire, evitar los resfriados, los cambios de presión o el jet lag, sigue leyendo y aprende los mejores trucos.


Realmente, no hay secreto. Aunque (y menos mal) lo que hacen los pilotos y los TCP es gestionar el descanso. La normativa regula cómo, cuándo, dónde y por cuánto tiempo debemos descansar pero somos nosotros los que mejor conocemos nuestro cuerpo y qué debemos hacer para estar preparados y afrontar el siguiente día de trabajo.


No hay fórmula válida, pero lo que sí recomiendo es intentar dormir siempre que se pueda, eso que te llevas. Mucha gente no sabe que todos los años pasamos un reconocimiento médico y por tanto cuidamos nuestra salud, en mi caso intento mantener una buena forma física y cierto control en mi alimentación.


La privación del sueño, o la imposibilidad para dormir, es considerada por muchos como uno de los problemas de salud más graves del mundo moderno. Existen numerosas causas que dificultan el sueño, comoel estrés o una mala alimentación,aunque eljet lages una de las más evidentes y habituales si la dificultad para conciliar el sueño sucede cuando estamos viajando.


Una cosa buena y una mala; la increíble capacidad que tenemos de visitar países en cuestión de horas nunca ha sido tan fácil, por el contrario, los estragos que causa en nuestro cuerpo el hecho de cruzar múltiples zonas horarias, también.


Si estás a punto de embarcarte en un vuelo de 12 horas, es importante marcarse objetivos, pero sobre todo yo aconsejo descanso, mucho descanso para afrontar el cambio horario que nos espera en destino.


Una vez en vuelo hay que hidratarse muy bien; es importante beber abundante agua y es fundamental comer aunque no nos apetezca. Practicar algún tipo de estiramiento a bordo también es un buen consejo.


El tema de la hidratación es, efectivamente, el gran caballo de batalla de la aviación (algunas aerolíneas ya cobran la segunda bebida alcohólica, por ejemplo) y no beber alcohol es uno de los consejos más habituales a la hora de enfrentarse a un vuelo largo.




¿Pero tan perjudicial es beber alcohol una vez a bordo? Para desgracia de muchos, sí. La teoría confirma que uno de los principales efectos del alcohol (además de la evidente borrachera) , es que deshidrata, y eso a 35.000 pies de altitud puede causar estragos en nuestro cuerpo (vaya por dios).


Aún así, no pasa nada por tomarse una copa, brindar por el viaje y comenzar a pensar en el destino. Y precisamente para evitar que el jet lag nos arruine los primeros días de viaje, hay que adaptarse lo antes posible a los hábitos y horarios de comidas según el país que visites –un consejo es cambiar la hora del reloj nada más embarcar–.


Yo aconsejo un buen descanso en vuelo si volamos hacia el oeste, es decir de España a América para luego prolongar el día que pasa a tener unas 30 horas en vez de 24.


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